La Magosta. Una tradición milenaria

La Magosta. Una tradición milenaria

noviembre 11, 2024

Llega noviembre y con él las últimas luces de la tarde cada vez se despiden más temprano, los días se acortan y el pardo tiñe los árboles, que van sembrando las aceras con un manto de hojas ahora mortecinas.


Con la fría brisa del véspero, llega a Cantabria un aroma familiar que se entremezcla con el del leño ardiente. Las castañas comienzan a ser asadas y los cántabros se preparan para celebrar una de sus tradiciones más ancestrales: la Magosta.

La Magoste tiene sus orígenes en los antiguos pueblos celtas, careciendo una fecha exacta, pues suele celebrarse en los últimos días de octubre y se extiende hasta noviembre, estando estrechamente vinculada con la recolección de la cosecha de castañas.

Su nombre viene del magosto (Magnus Ustus, gran fuego), la hoguera que tradicionalmente se preparaba en los pueblos para asar este fruto y en torno a la cual se reunían los vecinos para compartirlas, maridadas con algún vino nuevo, sidra u orujo recién destilados después de las vendimias.

En sus arcaicos orígenes, estas celebraciones estaban estrechamente relacionadas con los cultos a los difuntos, primero Samuín y luego Todos los Santos, pudiendo ser esta la antecesora de la actual costumbre anglosajona de los dulces en Halloween. De hecho, es común en algunas zonas que las castañas que se comían iban ligadas a las almas que se quería rescatar del purgatorio, mientras que, según otras costumbres, al finalizar la Magosta, las castañas restantes se tiraban al suelo como alimento para los difuntos.

Y es que desde el paleolítico los seres humanos se alimentaron de castañas y bellotas, siendo ya en época celta y romana uno de los alimentos que constituían la base de la alimentación de las poblaciones, como fruto fresco, seco o molido para hacer harina. Desde finales del siglo XVIII, la proliferación del maíz y la patata llegada de América hicieron que las castañas perdieran su protagonismo en la alimentación rural de Cantabria.
El castaño era un árbol muy común en nuestra región, siendo una buena fuente de ingresos para los habitantes de las zonas rurales, que vendían tanto sus frutos como su madera, muy apreciada por ebanistas y carpinteros. Dentro del catálogo de los árboles singulares de Cantabria destacan varios castaños, algunos de ellos milenarios, como La Narezona de Ojedo, o centenarios, como El Bisonte de Pesaguero. En nuestras comarcas orientales también encontramos algunos ejemplares de gran renombre, como el Castañón de los Venero, en Castillo, y el Rioz, en Sobremazas, Medio Cudeyo.

En estos meses otoñales de octubre y noviembre, los frutos de los grandes castaños de Cantabria son recolectados por los templados y húmedos vientos del ábrego, viento del suroeste, también conocido como “viento de castañas”, que los hacen caer de las altas copas de los árboles.

Es entonces cuando la castaña se convertía el gran botín para los jóvenes de nuestros pueblos. Muchos de nuestros mayores (y no tan mayores) aun guardan recuerdos de su juventud en estos meses otoñales en los que, al amparo del calor del tardíu cántabro, hacían largas caminatas por los castañales para “apañar” castañas, que se recogían del suelo sueltas o envueltas en su “erizo”, también llamado orizu, horcinu o burizu.

Muchas no llegaban a casa, pues era un manjar al que difícilmente se podía uno resistir, por lo que se comía in situ. Las que lograban llegar al hogar se guardaban en el desván, con excepción de que las que aún estaban verdes, que se amontonaban a parte para que madurasen. Por supuesto, ese día de recolección tocaba que cenar castañas, cocinadas por las abuelas en aquellas antiguas cocinas de leña que muchos aun hemos conocido.

Aquí, las castañas se clasificaban en errinas, pequeñas pero muy sabrosas; escalentías y mayucas, las más tempranas y que antes maduran; verdejas, las más tardías; las berruecas, de gran tamaño; y las mendrucas, las más grandes.

Las castañas para la celebración de la Magostan eran recolectadas o compradas a escote por los mozos del pueblo, que, posteriormente, las llevaban a algún “prau”, donde se colocaban, con una incisión de cuchillo para que no saltasen, sobre unos troncos cruzados y una capa de helechos trenzada de forma gruesa. Sobre esta, se iban colocando sucesivamente nuevas capa de rozo con helecho y castañas hasta que estas se agotasen, formando una torre. En algunas zonas de nuestra región, para asar las castañas se usaba un cilindro metálico con agujeros en su base, llamado tamboril.

Tamboril

Mientras los frutos se asaban, los mayores del pueblo aprovechaban a contar cuentos a los más pequeños, se cantaban canciones populares al son del pitu y tambor y los mozos jóvenes solían tiznarse la cara con los restos de los leños quemados y saltar las hogueras, pues se decía que traía buena fortuna.

Una vez listas, se retiraban de la lumbre y se tapaban para hacerlas sudar. Ya enfriadas, se repartían entre los vecinos, siendo los primeros en recibir su ración los miembros de los concejos y seguidos por los mayores del pueblo para continuar el reparto en orden de edad.

Tras el festín de castañas, la Magosta llegaba a su fin con la tradición de “enterrar a la bruja”, en la que la bruja, representada por la castaña más ruin, se enterraba a palos bajo las cenizas de la hoguera aún humeante. Esta tradición, fruto de la superstición popular, se hacía con el fin de prevenir maleficios y otros males durante el año venidero.

El emblemático puesto de castañas asadas de Santander.

Por Adrián Rozas

Director de Vivir en Cantabria Oriental

Diseñador, fotógrafo y periodista.

Apasionado de Cantabria y su belleza.

Patrocinadores

Costa Oriental

Costa Oriental

Asón-Agüera

Asón-Agüera

Trasmiera

trasmiera

Los mejores lugares para pasar miedo este Halloween en Cantabria

Los mejores lugares para pasar miedo este Halloween en Cantabria

octubre 25, 2024

En este mes de Halloween viajamos por varios municipios de Cantabria para descubrir algunos misteriosos y aterradores lugares de nuestra región que, si bien no están “embrujados”, podrían ser (y algunos han sido) el escenario de una película de terror.

Cementerio de Comillas

La primera parada en este viaje sería toda una delicia para autores como Edgar Allan Poe. Se trata del Cementerio de Comillas y sus ruinas góticas.

Historias de terror a parte, el lugar es una auténtica obra de arte digna de visitar, ya que sus imponentes mausoleos, lápidas ornamentadas y esculturas son dignas de un museo. Vigilando desde lo más alto de este cementerio, sobre lo que queda del transepto de la antigua iglesia del siglo XVI, se encuentra la imponente y gigantesca escultura del Ángel Exterminador, obra de Josep Llimona.

Este cementerio se ubica en los terrenos de una antigua Iglesia gótica del S. XVI, la cual fue abandonada tras un incidente durante la misa del domingo varios vecinos y el administrador del duque del Infantado, tras lo cual cayó en desuso. Con el paso del tiempo, la antigua parroquia fue reutilizada como cementerio, ampliándose posteriormente de la mano del arquitecto modernista Lluís Domènech i Montaner, en 1893.

 

Palacio de Sobrellano

Siguiendo con Comillas, la siguiente parada es el palacio de Sobrellano, también conocido como palacio del marqués de Comillas, construido por el arquitecto Joan Martorell en 1888.

Este imponente palacio es conocido por su aparición en múltiples películas de terror y misterio, como La Residencia; Vera, un cuento cruel; Sexykiller; o La Herencia Valdemar.

Como curiosidad cabe decir que fue el primer edificio de España en utilizar la luz eléctrica, ya que el primer marqués de Comillas la mandó instalar con motivo de una de las visitas del entonces rey Alfonso XII.

Museo de la Tortura

De Comillas ponemos rumbo hacia Santillana del Mar, donde encontramos uno de los museos más peculiares y terroríficos que cabe imaginar, el Museo de la Tortura y la Inquisición.

Esta peculiar galería cuenta en exposición con multitud de artilugios utilizados a lo largo de la historia para infligir dolor y tormento. Entre esta pintoresca colección podemos encontrar desde elementos conocidos como la guillotina, el potro o el garrote vil a otros más curiosos como la Doncella de Hierro, sillones de pinchos o utensilios de desollación.  Una macabra pinacoteca del dolor que no dejará indiferente a ningún visitante.

Palacio de los Hornillos

Tras salir de Santillana nos dirigimos a Las Fraguas, en el municipio de Arenas de Iguña, al que quizás sea el lugar más conocido de esta lista: el Palacio de los Hornillos.

Si aun así sigue sin sonarte, te diré que se trata de la escalofriante casa de estilo neogótico donde transcurría la película Los Otros, del director Alejandro Amenábar.

Publicidad

Aunque fuera del cine no da tanto miedo, este edificio sigue siendo una autentica maravilla y una obra del estilo artístico conocido como pintoresquista inglés, el cual se basa en la arquitectura rústica medieval inglesa y que fue construido para el duque de Santo Mauro, Mariano Fernández de Henestrosa, jefe de palacio de Alfonso XIII, rey que usó el palacio como residencia veraniega hasta la construcción del Palacio de la Magdalena, el cual tiene muchas influencias de este.

Túnel de la Engaña

Nuestro siguiente destino se encuentra en los límites de Cantabria y Burgos. Se trata del Túnel de la Engaña, un largo túnel ferroviario de casi 7.000 metros de longitud que nunca llegó a ser utilizado.

Lo macabro de la historia de este túnel reside en su construcción, ya que en ella trabajaron cientos de personas durante dos décadas, muchas de ellas represaliados de la dictadura franquista que se vieron obligados a participar de forma forzosa en su construcción, lo que en décadas posteriores provocase la aparición de relatos y leyendas urbanas sobre fantasmas en su interior.

Tras terminarse las obras sin concluirse, el túnel se transformó en curioso punto turístico más, hasta que en 1999 un gran desprendimiento lo bloqueó. Debido a este y otros derrumbes posteriores, hoy es posible acceder al interior por cualquiera de los extremos, pero no existe forma de entrar por un lado y salir por otro.

Isla de Pedrosa

Ya con últimas luces del sol, acudimos a por el plato fuerte de este recorrido, la Isla de Pedrosa, en plena Bahía de Santander.

Y es que este lugar tiene todos los elementos para ser el escenario de una película de terror, ya que es una pequeña isla a la que solo se puede acceder por un puente, cubierta por un oscuro bosque y en cuyo interior se encuentra un antiguo sanatorio del s.XIX, del cual investigadores paranormales afirman que está habitado por fantasmas.

En este lazareto se mantenían en cuarentena a las tripulaciones de los buques afectadas por enfermedades tropicales, convirtiéndose con el paso de los años en un sanatorio para enfermedades como la tuberculosis.

La isla cuenta con caminos y senderos para poder ser visitada, aunque si eres de los que se asusta fácilmente no te recomiendo hacerlo con poca luz, ya que te sentirás como en el set de rodaje de una película de terror. El teatro en ruinas es mi sitio favorito de la isla y el lugar que más recomiendo visitar, tanto por lo macabro que resulta como por las fabulosas vistas de la Bahía de Santander que podrás contemplar desde el embarcadero.

Aunque no hemos podido encontrar ningún fantasma ni suceso paranormal durante el recorrido, animamos enérgicamente a conocer estos lugares tan espectaculares de nuestra tierra y a regresar a estas páginas el mes que viene para seguir descubriendo Cantabria.

Patrocinadores

Costa Oriental

Costa Oriental

Asón-Agüera

Asón-Agüera

Trasmiera

trasmiera

Samuín. Las raíces cántabras de Halloween

Samuín. Las raíces cántabras de Halloween

octubre 23, 2024

Pocos conocen hoy en día que esta popular fiesta tiene su origen entre los antiguos pueblos celtas que habitaban nuestra región.

Un año más, los pueblos de Cantabria se llenan de calabazas y disfraces terroríficos para celebrar Halloween, mientras que como es habitual, surgen muchas voces protestando por la celebración de esta fiesta importada sobre todo de Estados Unidos y nada tradicional en nuestra tierra. Sin embargo, pocos saben que los orígenes ancestrales de esta festividad son más cántabros que americanos.

 

El origen celta

Y es que Halloween, cuyo nombre es la contracción del inglés “All Hallows’ evening”, es decir, víspera de Todos los Santos, tiene sus orígenes en la cultura celta. Si, esa misma cultura que habitó durante siglos nuestra tierruca y que tanto influenció a los cántabros, de los que los historiadores no logran ponerse de acuerdo a día de hoy si eran celtas o no.

Los celtas eran un pueblo de costumbres y tradiciones, muchas de las cuales eran comunes ya fuesen celtas de la península ibérica o de las islas británicas. Una de estas costumbres era la de celebrar la Fiesta de la Cosecha, en la que daban gracias a sus dioses por los alimentos recibidos ese año. Esta festividad tenía el nombre de Samhain o Samuín.

Publicidad

Este Samuín se celebraba tras la temporada de cosecha, sin tener un día concreto, aunque se sabe que tenía lugar sobre la luna llena más cercana entre el equinoccio de otoño y el solsticio de invierno, es decir, entre el 5 y el 7 de noviembre. Esta semana de celebración concluía con la fiesta de los espíritus, dando paso al año nuevo celta, ya que su calendario lunar se dividía en dos partes, la mitad oscura, que comenzaba en el mes de Samonios (lunación de octubre o noviembre), y la mitad clara, a partir del mes de Giamonios (lunación de abril o mayo).

Esta fiesta de los espíritus era de gran importancia para estos pueblos, ya que venía a significar una breve unión del mundo de los vivos con el de los muertos y en ella los druidas realizaban ritos en los cuales   se comunicaban con sus antepasados. También se creía que, en esa fecha, los espíritus de los ancestros visitaban sus antiguos hogares.

Para ahuyentar a los malos espíritus, los celtas encendían hogueras y decoraban sus aldeas con huesos y calaveras y se cree que se ensuciaban y pintaban ellos mismos para infundir miedo a estos fantasmas, lo que con los siglos dio origen a las habituales decoraciones y disfraces de Halloween.

Durante el Samuín era costumbre vaciar nabos (aunque posteriormente fueron sustituidos por calabazas en las zonas irlandesas) para ponerles dentro velas. Fueron estos irlandeses quienes siglos después exportaron esta tradición a Estados Unidos en los siglos XIX y XX. Cabe destacar que en Cantabria hay testimonios de gente mayor que recuerda como por las fechas de Todos los Santos sus abuelos vaciaban calabazas y las colocaban velas, lo que atestigua que hasta hace bien poco hubo una reminiscencia de esta costumbre céltica.

Aunque fueron los estadounidenses quienes más han popularizado esta fiesta en los últimos tiempos, en España siempre se han conservado tradiciones relacionas a esta festividad celta en aquellas zonas donde este pueblo habitó, como Galicia, Asturias, Cantabria, en los cuales hay muchos municipios que en los últimos años han tratado de conservar y rescatar estas tradiciones ancestrales, siendo una de las más conocidas “a noite meiga” o “noche bruja”, en Ribadavia.

 

La Magosta

Algunos aquí ya estarán torciendo el morro y diciendo – ¡Eso será en Galicia!, Aquí esas tradiciones celtas no llegaron. Nuestras fiestas típicas son otras, etc.-

Si bien es cierto que esa parte esotérica de la fiesta no se mantuvo en Cantabria, sí que se preservó algo de aquellas fiestas del fin de la cosecha, solo que nosotros les dimos otro nombre: la Magosta.

Esta tradición que todos hemos celebrado de niños y en la que recogíamos y asábamos las castañas viene precisamente de esa Fiesta de la Cosecha celta. Durante estas celebraciones era habitual también que los jóvenes de los pueblos fuesen pidiendo castañas por las casas ¿Nos suena de algo esto?

 

Del Samuín a Todos los Santos

Para finalizar, ¿Qué tiene que ver esto con nuestra fiesta de Todos los Santos? Se preguntarán muchos. Pues bien, esta fiesta comenzó a celebrarse a partir del año 609, cuando el famoso Panteón de Roma fue convertido en iglesia por el papa Bonifacio IV, pasándose a llamar Iglesia de Todos los Santos y creándose una festividad en su honor en toda la cristiandad.

Esta festividad no tuvo fecha clara hasta que el papa Gregorio IV la unificase en el primero de noviembre, puesto que al igual que sucedía con los celtas, en estas fechas las cosechas romanas ya se habían recogido. También cabe destacar que el cristianismo, al igual que hacía Roma, trataba de situar sus festividades coincidiendo con otras ya existentes de origen pagano, para que de esta forma la gente lo tuviese más fácil a la hora de cambiar su religión pagana por el cristianismo.

Publicidad

En conclusión, está muy bien que cuidemos nuestras tradiciones y no las dejemos de lado en favor de las que nos llegan desde el otro lado del charco, pero también debemos saber poner en valor nuestra cultura y nuestros orígenes, que como en este caso, nos llevan a darnos cuenta de que somos la cuna de tradiciones ancestrales tan importantes como el Samuín, que hasta los estadounidenses nos las han copiado y han sabido explotarlas mejor que nosotros.

Llegamos tarde para decir que nosotros comenzamos la tradición de Halloween, pero siempre nos quedará el saber que un cántabro disfrazado pidió castañas en este día casi dos milenios antes que lo hiciese un estadounidense.

Patrocinadores

Costa Oriental

Costa Oriental

Asón-Agüera

Asón-Agüera

Trasmiera

trasmiera

Las Rozas de Valdearroyo y la «Catedral de los Peces»

Las Rozas de Valdearroyo y la «Catedral de los Peces»

octubre 20, 2024

A orillas del embalse del Ebro se encuentra una de las grandes maravillas poco conocidas de Cantabria, Las Rozas de Valdearroyo, un pequeño municipio que esconde una de las iglesias más peculiares del mundo.

Fotos: Vivir en Cantabria Oriental

Mi andadura en esta aventura comienza poniendo rumbo al sur de Cantabria, a un pequeño, pero no por ello menos bonito municipio, situado junto al embalse del Ebro: Las Rozas de Valdearroyo.

Este pequeño municipio, perteneciente a la comarca de Campoo-Los Valles, es una de esas joyas poco conocidas de la llamada “España vaciada”. Con menos de 300 habitantes y situado a más de 800 metros de altitud, nada más adentrarnos en él nos ofrece unas vistas espectaculares desde casi cualquier punto en el que estemos, con un espectacular paisaje, rodeado de verdes montes y montañas, con el embalse del Ebro siempre presente.

       

El municipio está conformado por 9 localidades: Las Rozas, La Aguilera, Arroyo, Bimón, Bustasur,  Llano, Renedo, Villanueva y Quintanilla Polledo, esta última actualmente deshabitada. Cada una de ellas con una historia y pequeñas maravillas por descubrir.

Aquí se respira la paz que ofrecen los pequeños pueblos cántabros y la brisa de las montañas, mientras el intenso color verde de los prados y bosques nos deslumbra y maravilla. Entre todo este verdor bañado por las aguas del pantano del Ebro surgen antiguas casonas de piedra, algunas separadas y otras conformando pequeños barrios, que nos transportan instantáneamente a otros tiempos, a esa Cantabria rural de nuestros padres y abuelos.

 

Historia

Se trata de un municipio con mucha historia a sus espaldas. Ya en el s. XVIII, los pueblos que hoy conforman Las Rozas de Valdearroyo participaban en las juntas generales de la Merindad de Campoo, a través de los diputados de la Hermandad de Campoo de Yuso, de la que formaban parte. Algunos de estos pueblos estaban agrupados en el Concejo Mayor de Val de Arroyo.

A finales del siglo XVIII y principios del XIX el municipio vivió un temprano proceso de industrialización basado en la minería y en las industrias de vidrio gracias a las arenas abundantes que se extrajeron del territorio. Sin embargo, su historia cambiaría drásticamente a principios del s. XX,  con la llegada de uno de los proyectos de construcción más ambiciosos y que más cambió esa región de nuestra Comunidad Autónoma: el embalse del Ebro.

Y es que Las Rozas de Valdearroyo fue el municipio más afectado por este embalse, pues el proyecto necesitaba de anegar una vasta extensión de terreno, por lo que tres de sus localidades, Medianedo, La Magdalena y Quintanilla, fueron inundadas y devoradas por las aguas de este río, haciendo que quedasen totalmente sumergidos. Otros de sus pueblos fueron sumergidos parcialmente, debiendo ser reconstruidos a orillas del embalse.

Pese a la tragedia que supuso la pérdida de estos pueblos, este hecho nos dejó de forma inesperada un peculiar “monumento” que es una auténtica maravilla para visitar: la torre de la Iglesia de Villanueva de las Rozas.

 

La Catedral de los Peces

 

Fueron un total de siete las iglesias y dos las ermitas que quedaron sumergidas bajo las inclementes aguas tras la inundación. Sin embargo, una de estas parroquias se negó a claudicar, al menos parcialmente.

Una humilde iglesia, consagrada a San Roque, fue una de las que sucumbió ante el voraz apetito del embalse, siendo devorada por las aguas. Sin embargo, no lo fue su torre campanario, la cual, a día de hoy, continua visible e imponente sobre las aguas, debido a su cercanía a la orilla, lo que le ha llevado a ser conocida popularmente como “La Catedral de los Peces”.

En su famosa canción El Olvido, el grupo cántabro de folk, Garma, cantaba “cuando las aguas son bajas un campanario asoma, aún no se rinde, aún no se ahoga”. Y es que esta torre se sigue alzando majestuosa, pareciendo caminar sobre las aguas como en el milagro bíblico y convirtiendo al lugar en una auténtica atracción turística debido a su singularidad.

Una pasarela de madera permite salvar el agua y acceder al campanario, siempre que el nivel del embalse no esté demasiado alto, al cual se puede subir para contemplar las extraordinarias vistas. Cabe decir que la torre se encuentra en perfecto estado y la estructura para subir a lo alto del campanario ha sido acondicionada para ello, por lo que es una visita fácil y recomendable para toda la familia.

Como ya dije, desde la torre lograremos unas vistas incomparables desde los cuatro puntos cardinales, pudiendo embelesarnos con la visión del imponente embalse del Ebro y, sobre todo, de nuestra siguiente parada, la península de la Lastra.

 

La península de la Lastra

Este espacio natural, situado entre los municipios de Campoo de Yuso y Las Rozas de Valdearroyo, es especialmente singular, ya que cuenta con un ecosistema de lo más diverso: ribera, laguna, páramos, cantiles de piedra y una gran variedad de bosque.

Esta bonita península boscosa, rodeada por la aguas del pantano, alberga el antiguo pueblo de Quintanilla Polledo, el cual actualmente se encuentra despoblado. Además, en el istmo existen otros dos núcleos urbanos: Villasuso y Bustamante. A través de este último se puede acceder a la península desde el municipio de Campoo de Yuso.

Con esta breve pero bien aprovechada visita a Las Rozas de Valdearroyo, me quedo con el buen sabor de boca de haber descubierto un lugar con tanto encanto y, por desgracia, tan poco conocido para muchos cántabros. La visita termina, como no podía ser de otra manera, reponiendo fuerzas con la  gran gastronomía campurriana.

Y es que, a quien aquí venga, debo recomendarle encarecidamente hacer un alto en el camino para probar las famosas ollas ferroviarias y, por supuesto, el chuletón de “rechao”.

Tras disfrutar de la comida, me despido y prosigo mi ruta hacia el pueblo vecino, Retortillo, en Campoo de Enmedio, para visitar las ruinas romanas de Julióbriga, aunque eso lo dejaremos para otra nueva aventura descubriendo Cantabria.

Patrocinadores

Costa Oriental

Costa Oriental

Asón-Agüera

Asón-Agüera

Trasmiera

trasmiera

La historia detrás de la Batalla de Flores

La historia detrás de la Batalla de Flores

agosto 27, 2024

La Batalla de Flores celebrará el próximo 30 de agosto su 113ª Edición y hoy aprovecharemos para conocer la historia detrás de esta emblemática fiesta pejina.

Origen

Los orígenes de esta fiesta se remontan al comienzo del s.XX, concretamente al 30 de agosto del año 1908, surgiendo en sus inicios como un festejo marítimo muy relacionado con las “galas florales” que en aquella época se pusieron de moda en varias ciudades europeas.

Esta primera edición tuvo lugar en el abra de Laredo, contando con con la participación de 25 embarcaciones cedidas por la Cofradía de Pescadores de San Martín, las cuales fueron engalanadas con flores y otros ornamentos.

Aunque se desconoce el motivo exacto de la celebración, se cree que pudo haber comenzado como un festejo en honor al indiano Federico Velasco o ser una fiesta entre amigos para despedir el verano, organizada por los turistas de la época.

Si se conocen algunas de las figuras que lograron poner en marcha esta fiesta, como el abogado y secretario del Ayuntamiento de Laredo, Arsenio Lazbal, y un grupo de acomodados veraneantes, como Nicolás Gereda, César Alba o Nicasio Escalante, quien fue el ganador de esa primera Batalla de Flores con la trainera “La Argentina”, contando con la colaboración del arquitecto municipal, Gonzalo Bringas, quien adornó la embarcación con con flores, cintas, serpentinas y peces de hojalata y añadió adornos en popa y proa para hacerla ver como una góndola.

El éxito de esta primera edición hizo que, al año siguiente, se trasladase la fiesta a tierra para favorecer la participación popular y asumiendo el Ayuntamiento la organización del evento, logrando que este se arraigase entre vecinos y visitantes de Laredo.

La Argentina. Ganadora de la primera edición de la Batalla de Flores en 1908.

Los primeros circuitos

Este primer circuito tuvo lugar en la Avenida Menéndez Pelayo, que va a parar al Túnel, y que en aquel entonces era un emplazamiento idóneo por su amplitud y estar asfaltado.

El desfile lo conformaban carros con motivos alegóricos o coches decorados, a los que se sumaban grupos de música y danza que animaban a lo largo del circuito. Con el paso de los años, los coches fueron sustituidos por carrozas que, con cada edición, iban creciendo en tamaño y calidad, pasando a estar cubiertos completamente por flores.

De 1936 a 1939 la Batalla de Flores sufre un paréntesis con motivo de la Guerra Civil, tras lo cual dio comienzo un proceso de recuperación que vería su a finales de los años 60, coincidiendo con el boom turístico de Laredo.
En 1964 el Gobierno de España declara el festejo como “Fiesta de Interés Turístico Nacional” y se cambiará el día de celebración, pasando del domingo tradicional al viernes último del mes de agosto, tratando con ello de poner freno a la masificación de la fiesta. A partir de 1967 el circuito se prolongará por López Seña hasta la Casa de Cultura. En 1971 la fiesta se traslada a la Avenida de España, ante la necesidad de más espacio y el constante aumento de tamaño de las carrozas, que complica el giro de éstas en el Túnel.

Debido a que el circuito volvió a quedarse estrecho y que sólo había gradas de pago, en 1978 la fiesta fue nuevamente trasladada, esta vez a la Alameda Miramar, donde se sigue celebrando en la actualidad y pasando a ser el desfile de un solo sentido.

La Batalla de Flores en la calle del Túnel.

Carrocistas y comparsas

En estas 113 ediciones que lleva celebrándose la Batalla, han participado en ella cerca de 300 carrocistas, entre los que destacan algunos de especial relevancia, como Juan Antonio Quintana, el carrocista más laureado de la historia de esta fiesta, que cuenta con 17 premios y ha sido colaborador con otros carrocistas premiados.

Junto con los carrocistas, también cabe destacar la importancia de todas las personas que participan activamente tanto en en el desfile de la Batalla de Flores, desde las que van a bordo de las carrozas como las diversas agrupaciones que amenizan el desfile, que van desde formaciones de folclore regional de música y danza, peñas y charangas, majorettes, batucadas, grupos de samba y comparsas.

De todas ellas hay que destacar a grupos tan emblemáticos de Laredo como son la Peña Tío Simón, la Peña El Ruido, Los Ventolines o las Panchoneras.

Fantasía Marina. Ganadora en 1984. Grupo Amigos.

Creación de las carrozas

La creación de las magníficas carrozas que cada año participan en La Batalla de Flores es un proceso que conlleva medio año de trabajo y la ayuda de un importante grupo de colaboradores y patrocinadores.

Los trabajos dan comienzo en diciembre, con la inscripción oficial de participación y le sigue el diseño de los primeros bocetos o maquetas de la idea.

La realización de estas carroza ha de ajustarse a un reglamento que data del año 1981, aunque va incorporando nuevas modificaciones con el tiempo, y que las divide, en la actualidad, en dos categorías: A (para carrozas de entre 8 y 8,5 metros de largo, 4 y 4,5 m de ancho y hasta 6,5 y 7 m de alto) y B (carrozas de entre 6 y 7.5 metros de largo, 3 y 4,5 m de ancho y hasta 5 y 7 m de alto). Esta medida se estableció para fijar un límite frente al gigantismo de algunas carrozas del pasado, las cuales llegaron a alcanzar los 12 metros de longitud.

La flor

Además de esta labor creativa para diseñar las carrozas, la otra parte más importante es obtener la materia prima para recubrirlas, que es la flor natural, un arduo trabajo que comienza por recuperar de la tierra los bulbos de las dalias, durante los meses de octubre, noviembre y diciembre, que luego se clasifican y se almacenan para su buena conservación hasta que sean de nuevo plantadas en el mes de mayo. Por su parte, los semilleros de los claveles y margaritas se preparan durante los meses de marzo y abril, para ser trasplantados a mediados de junio.

La flor natural es la parte más esencial de las carrozas, ya que una de gran tamaño puede llegar a necesitar hasta 180.000 flores, que los carrocistas obtiene en gran medida de plantaciones propias, aunque, en los últimos tiempos, una parte menor suele ser adquirida en Países Bajos.

Estas flores usadas para la confección de las carrozas son el clavelón, la dalia, la margarita o crisantemo, siendo los colores predominantes de estas el naranja, el amarillo, el blanco y el rojo.

Pese a que el reglamento de la Batalla de Flores exige que haya un mínimo del 75% de flor en el revestimiento de la carroza, pudiendo cubrirse el 25% restante con hojas, que habitualmente son de magnolio, en la actualidad, las carrozas suelen estar cubiertas de flores en su totalidad.

La Noche Mágica

Todos estos esfuerzos culminan la víspera del día de la Batalla, es una jornada donde el ritmo de trabajo resulta frenético y en el que carrocistas, colaboradores, familiares y amigos se vuelcan para dejar listo hasta el último detalle.

El trabajo concluye con la llamada Noche Mágica, donde pueden visitarse las sedes de las agrupaciones para ver de primera mano el trabajo de estas mientras realizan los últimos retoques a sus obras.

Publicidad

Desfile y concurso

Una vez listas las diferentes alegorías, da comienzo el gran desfile de la Batalla de Flores alrededor de la Alameda Miramar, donde miles de personas se agolpan a pie de calle, gradas o en los balcones para ver este gran espectáculo.

Es en este momento cuando las obras de los carrocistas son valoradas por un jurado, generalmente asociado al mundo del arte, que rellena de forma individual una plantilla de puntuación.

En esta plantilla se califican cuatro apartados: Presentación, donde se valora el tamaño y estructura compositiva de la carroza; Arte, que se fija en la calidad figuras y elementos artísticos; Colocación de Flor, que califica la disposición de las flores, su combinación cromática, la delimitación de líneas bien trazadas, el empetalado, etc.; y Cantidad de Flor, que valora la cantidad y calidad de estas.

El jurado entrega sus puntuaciones al final de la primera vuelta, procediéndose a la contabilización de los votos en la segunda y, en la tercera y última, se emite el fallo, tras lo cual tiene lugar a la entrega de premios.

Carro de Las Pejinas. Años 80.

Premios

Todas las carrozas participantes reciben trofeos, así como un premio en metálico que busca compensar al carrocista por los gastos de elaboración de estas.

Además de los premios concedidos en las modalidades de carrozas y vestidos, se otorga también el “Premio al Arte” por parte de la Asociación de Empresarios de Laredo, ACELAR, siendo de carácter único para aquella carroza que mejor conserve los elementos tradicionales de la construcción.

Como curiosidad, cabe destacar la evolución de los premios en metálico, que comenzaron siendo de 100 pesetas en el año 1919 y en los últimos años rondan la cifra de 18.000 €. En la pasada edición de 2023, el Ayuntamiento de Laredo llegó a otorgar un importe total de 167.775 euros en premios en metálico, para una participación de 12 carrozas.

Para despedir este repaso por la historia de la Batalla de Flores hay que hacer mención al notables progresos y repercusión logrados por esta fiesta, que se debe al esfuerzo de generaciones de artesanos constructores de estas maravillosas obras de arte rodante y que, hoy en día, siguen teniendo continuidad con la llegada de nuevas generaciones que han tomado el relevo para seguir llenando de color y alegría las calles de la villa pejina y ponen el gran broche de oro a la época estival en Laredo.

Es por esto que desde Vivir en Cantabria Oriental queremos rendir un gran homenaje con este artículo a esta fiesta tan querida en Laredo y en toda la zona oriental, así como a todos los que la hacen posible.

Stone, de la Asociación ‘Mi vida loca’, carroza ganadora de la Batalla de Flores 2023.

Patrocinadores

Costa Oriental

Costa Oriental

Asón-Agüera

Asón-Agüera

Trasmiera

trasmiera

El origen de las hogueras de San Juan

El origen de las hogueras de San Juan

junio 20, 2024

Hoy es el día del Solsticio de Verano y, en unos días, las hogueras iluminarán Cantabria para celebrar San Juan. Hoy conoceremos un poco más sobre esta arraigada tradición, la cual se remonta a hace varios miles de años.

Al calor del fuego de las hogueras, miles de cántabros y turistas llegados de todos los rincones del mundo han dado la bienvenida a la época estival durante la noche más corta del año, pero ¿Cuál es el origen de esta milenaria tradición?

La festividad de San Juan es una de las más conocidas y arraigadas tanto en Cantabria como en toda España. Una noche mágica en las que nos reunimos frente a las hogueras para dar la bienvenida al verano. Se trata de una tradición milenaria, anterior a la propia festividad en honor al santo cristiano por la que hoy en día la conocemos y que en Cantabria está asociada a sus antiguos habitantes prerrománicos y ha dejado curiosas leyendas en su mitología.

 

Origen

Aunque los orígenes de esta fiesta son inciertos debido a su gran antigüedad, todo indica que tiene sus raíces en los antiguos cultos solares celebrados por distintas culturas desde tiempos inmemoriales. Con la llegada del solsticio de verano, es decir, cuando el semieje de la Tierra está más inclinado hacia el sol y este alcanza su posición más alta en el cielo, los antiguos pueblos celtas celebraban el Alban Heurin, una festividad en la que se encendían hogueras para dar la bienvenida al buen tiempo y para pedirle al Sol que no abandonara el cielo. Esto servía también para ahuyentar los malos presagios y atraer la fertilidad de la tierra, así como para espantar al granizo que podía arruinar los cultivos.

Entre estos antiguos ritos que se practicaban en esta festividad, encontramos muchos que nos sonarán familiares, como encender hogueras, saltarlas y danzar a su alrededor o pronunciar conjuros y hacer peticiones al traspasar el fuego.

Cabe destacar que el solsticio en el hemisferio norte tiene lugar el día 21 de junio, día en el que originalmente se realizaban estas celebraciones y siendo realmente esta la noche más corta del año y no la del 23, como popularmente creemos.

Esto se debe a la sincretización de los antiguos cultos paganos con el cristianismo, es decir, se adaptaban y modificaban ritos y costumbres paganas para darles un significado nuevo dentro del Cristianismo y así lograr una conversión más fácil de los antiguos pueblos paganos a la nueva fe cristiana.

Las fiestas del solsticio gozaban de gran popularidad y eran una costumbre demasiado arraigada como para acabar con ella, por lo que se optó por asociarlas a la figura de San Juan Bautista, de quien se dice que su padre, Zacarías, encendió una hoguera para anunciar su nacimiento el 24 de junio, día al que se pasó la festividad y razón por la cual la “noche más corta del año” realmente no coincide ya con la del solsticio.

 

La Noche de San Juan en Cantabria

 

En nuestra región, de origen muy influenciado por los celtas, estas festividades siempre han gozado de gran importancia, celebrándose habitualmente en las playas, lugar donde tradicionalmente se realizan las hogueras. Sin duda, el lugar donde más fuerza tiene esta tradición es en la Playa de San Juan de la Canal, en Soto de la Marina, donde esta noche mágica ha sido reconocida como Fiesta de Interés Turístico Regional.

Era tradicional en Cantabria que, a las doce en punto, cuando las campanadas anunciaban la media noche, los mozos saltasen las hogueras tres veces. Si lograban no tocar, se casarían dentro de un año y estarían a salvo de los maleficios de las brujas. “Que la lumbre de San Juan,
me libre de todo mal y por ella he de saltar para tener un buen casar” reza un dicho popular.

 

Los Caballucos del Diablo

 

La noche de San Juan juega también un papel dentro de la mitología de Cantabria, pues es en esta noche cuando surgen los “Caballucos del Diablo”.

Según cuenta esta leyenda, durante la noche de San Juan, alrededor de las hogueras aparecen enfurecidos unos malvados seres con alas de libélula conocidos como los Caballucos del Diablo, que surcan los cielos hasta los prados en busca de tréboles de cuatro hojas para robar la suerte a los vecinos de los pueblos.  

Para salvarse de las maldades de estos seres infernales había que llevar un manojo de verbena, que había que recoger antes de dicha noche, o estar cerca de las hogueras, a la que nunca se aproximaban. Además, si a la mañana siguiente alguien encontrase un trébol de cuatro hojas, este lograría ahuyentar a los Caballucos del Diablo y tendría gran suerte durante años. Esto dio origen a un refrán que dice: “Si encuentras la yerbuca la mañana de San Juan, te libras de culebras y de Caballucos del mal”.

La noche de San Juan también goza de importancia en otras leyendas de nuestra mitología, pues es en esta noche cuando el Cúlebre de Santullán perdía temporalmente sus poderes y facultades malignas y era la noche por excelencia en la que las brujas celebraban sus aquelarres en las montañas.

 

El baño en el mar

 

En Cantabria, al igual que otras zonas costera, en San Juan, junto con el fuego, tiene gran importancia el mar, pues fuego y agua eran considerados tradicionalmente como elementos purificadores, de sanación y de renovación.

Y es que nuestra región posee una importante tradición de culto a las aguas mágicas y salutíferas, como las Caldas del Besaya o la pátera votiva de Otañes, que cobra especial relevancia durante la noche de San Juan, en la que las aguas de las fuentes, ríos, manantiales y por extensión el rocío, se consideran dotadas de propiedades curativas.

Una fuente particularmente relevante es precisamente la del «Butrón de San Juan», en San Juan de la Canal, situada junto a la ermita del santo y de la que se asegura que quienes beben sus aguas en ayunas no necesitan almorzar.

Pero sin duda, la tradición sanjuanera más conocida relacionada con esto y que ha sobrevivido hasta nuestros días es la de darse un baño a medianoche en el mar y saltar nueve olas, lo que traerá la buena suerte y la fortuna durante ese año.

Por Adrián Rozas

Director de Vivir en Cantabria Oriental

Diseñador, fotógrafo y periodista.

Apasionado de Cantabria y su belleza.

Costa Oriental

Costa Oriental

Asón-Agüera

Asón-Agüera

Trasmiera

trasmiera

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.plugin cookies

ACEPTAR
Aviso de cookies