Temporada de setas

Temporada de setas

noviembre 14, 2024

El chef Alberto Criado nos habla sobre la temporada de setas y nos da algunos consejos.

Este otoño se presenta una temporada de setas como hacia muchos años que no se producía y es que, hace más de un mes, han comenzado ya a aparecer una gran variedad de estos hongos por toda nuestra región. Y es que, aunque estos hogos crecen durante todo el año, la mejor época para encontrar setas es el otoño, ya que es cuando crecen con más abundancia, especialmente en nuestros abundantes bosques, montes y valles.

 Para los que amamos este producto que nos brinda la naturaleza por sus propiedades culinarias, vivir en Cantabria es todo un lujo, ya  que nuestra Comunidad Autónoma cuenta con, aproximadamente, 7.000 especies distintas de hongos y setas.

 Entre esta gran variedad, hay que destacar el “top 10” de las especies  comestibles que tenemos en Cantabria, que son son la trufa negra de invierno, el pie azul, el pie violeta, el boletus edulis, la capuchina, los níscalos, la manega negra, el marzuelo, la angula del norte y la trompeta amarilla. Todas ellas, son un producto muy apreciado por los cocineros por su versatilidad, ya que nos permiten darles una gran variedad de usos en diferentes platos.

 Hacer elaboraciones con setas es algo que siempre me ha gustado y guardo muy buenos recuerdos de mi paso en años anteriores por las Jornadas Micológicas de Colindres, que este año celebran su XXXIIII edición, la cual han querido centrar en dar a conocer el mundo de la micología a los más jóvenes.

 Hace unos años tuve el honor de participar en estas jornadas junto con el cocinero y gran amigo, Florencio Bueyes, de la Sociedad Micológica de Cantabria, organizadora del evento, donde tuve ocasión de elaborar platos como un “falso risotto de setas”, un “Ferrero Rocher de morcilla y setas”, un “capuchino de boletus y polvo de jamón ” y hasta un año me atreví a realizar unas “palomitas de setas con chocolate”. Y es que, como ya dije, las setas son un producto maravilloso, que se presta a mil y un elaboraciones.

 Por supuesto, antes de meternos entre fogones, hay que saber muy bien lo que se hace, ya que, entre las miles de especies de hongos que tenemos, hay muchas especies venenosas, algunas de las cuales nos pueden provocar una indigestión, mientras que otras más tóxicas pueden ocasionar la muerte.

 Algunos de los consejos si salimos a buscar setas es que no debemos recoger aquellas que estén cerca de carreteras, vertederos o cualquier otro suelo que pueda estar contaminado. Las setas hay que arrancarlas enteras, extrayéndolas con cuidado de la tierra, porque algunas de las más peligrosas esconden la característica volva, una especie de huevo en la raíz, que casi siempre que aparece suele significar que el hongo pertenece a la familia de las Amanitaceae, una familia con una gran  cantidad de especies venenosas.

 ¡Cuidado con los colores llamativos! como el rojo, el verde o el anaranjado intenso, ya que, casi seguro, se trata de  una seta tóxica.

 También hay que estar muy atentos y mirar bajo el “sombrero” de las setas, ya que aquí se localiza el himenio, donde almacenan las esporas. Si este cuenta con láminas blancas, la seta es venenosa. Además, si las esporas son rosadas o muy oscuras, esto significa que probablemente también sean tóxicas.

 Por último, cuando salimos a por setas, no debemos guardarlas en bolsas de plástico, si no en cestas de mimbre, ya que así las esporas se dispersarán durante el trayecto a casa, de forma que se seguirán reproduciendo los próximos años

 Una vez ya en la cocina, no debemos bajar la guardia y debemos seguir muy atentos para prevenir sustos y males mayores. Es importante fijarse en el tallo a la hora de cocinar. Si este cambia a un tono azulado o suelta un líquido lechoso, no debemos comerlas, porque, casi con toda seguridad, es venenosa. Si lo que se desprende es un olor desagradable o similar a un compuesto químico, casi seguro que no es comestible.

 Así que mucho cuidado, porque las setas son un gran manjar, que nos permite elaborar un sinfín de platos, pero debemos tener unos conocimientos previos de micología si queremos recogerlas nosotros mismos y estar atentos a las señales de peligro durante el cocinado si queremos disfrutarlas.

¡El Alameda cumple 8 años!

Este mes estamos de celebración, ya que, este mes, mi restaurante Alameda ¡cumple ocho añazos!

 Ocho años han transcurrido ya desde que abriese las puertas en Colindres. Aún recuerdo los nervios del primer día, de cómo me surgían las dudas sobre si el proyecto funcionaría o no, las noches de angustia cuando las cuentas no cuadraban y costaba llegar a fin de mes, pero también las alegrías cuando amigos y vecinos venían a felicitarme por lo bien que habían comido.

 El Alameda siempre ha sido mi gran ilusión. Un proyecto con el cual quise llevar la cocina de autor al gran público, mezclando las elaboraciones más sofisticadas con el menú del día y donde, en estos ocho años, he podido crecer como persona y como chef.

 En estos ocho años, he tenido el honor de conocer a grandes chefs de renombre internacional, he logrado mostrar mis platos a toda España en programas de televisión y, sobre todo, he hecho grandes amigos.

 Muchos amigos, muchas risas y, sobre todo, muchos platos. Mi restaurante me ha permitido ponerme a prueba como cocinero cada día, experimentar, probar nuevas elaboraciones y, sobre todo, poner en valor nuestros productos. En el Alameda nunca faltarán los manjares de las huertas de los pueblos vecinos y los mejores pescados de nuestro mar, donde la anchoa es la reina y el bonito del norte es el rey.

 Muchas gracias a todos los que me habéis apoyado en este proyecto durante tantos años. A los que me conocisteis en Colindres y a los que me seguisteis en mi nueva aventura en Meruelo, donde el Alameda sigue dando de comer cada día con la misma ilusión del primer día.

Patrocinadores

Costa Oriental

Costa Oriental

Asón-Agüera

Asón-Agüera

Trasmiera

trasmiera

La Magosta. Una tradición milenaria

La Magosta. Una tradición milenaria

noviembre 11, 2024

Llega noviembre y con él las últimas luces de la tarde cada vez se despiden más temprano, los días se acortan y el pardo tiñe los árboles, que van sembrando las aceras con un manto de hojas ahora mortecinas.


Con la fría brisa del véspero, llega a Cantabria un aroma familiar que se entremezcla con el del leño ardiente. Las castañas comienzan a ser asadas y los cántabros se preparan para celebrar una de sus tradiciones más ancestrales: la Magosta.

La Magoste tiene sus orígenes en los antiguos pueblos celtas, careciendo una fecha exacta, pues suele celebrarse en los últimos días de octubre y se extiende hasta noviembre, estando estrechamente vinculada con la recolección de la cosecha de castañas.

Su nombre viene del magosto (Magnus Ustus, gran fuego), la hoguera que tradicionalmente se preparaba en los pueblos para asar este fruto y en torno a la cual se reunían los vecinos para compartirlas, maridadas con algún vino nuevo, sidra u orujo recién destilados después de las vendimias.

En sus arcaicos orígenes, estas celebraciones estaban estrechamente relacionadas con los cultos a los difuntos, primero Samuín y luego Todos los Santos, pudiendo ser esta la antecesora de la actual costumbre anglosajona de los dulces en Halloween. De hecho, es común en algunas zonas que las castañas que se comían iban ligadas a las almas que se quería rescatar del purgatorio, mientras que, según otras costumbres, al finalizar la Magosta, las castañas restantes se tiraban al suelo como alimento para los difuntos.

Y es que desde el paleolítico los seres humanos se alimentaron de castañas y bellotas, siendo ya en época celta y romana uno de los alimentos que constituían la base de la alimentación de las poblaciones, como fruto fresco, seco o molido para hacer harina. Desde finales del siglo XVIII, la proliferación del maíz y la patata llegada de América hicieron que las castañas perdieran su protagonismo en la alimentación rural de Cantabria.
El castaño era un árbol muy común en nuestra región, siendo una buena fuente de ingresos para los habitantes de las zonas rurales, que vendían tanto sus frutos como su madera, muy apreciada por ebanistas y carpinteros. Dentro del catálogo de los árboles singulares de Cantabria destacan varios castaños, algunos de ellos milenarios, como La Narezona de Ojedo, o centenarios, como El Bisonte de Pesaguero. En nuestras comarcas orientales también encontramos algunos ejemplares de gran renombre, como el Castañón de los Venero, en Castillo, y el Rioz, en Sobremazas, Medio Cudeyo.

En estos meses otoñales de octubre y noviembre, los frutos de los grandes castaños de Cantabria son recolectados por los templados y húmedos vientos del ábrego, viento del suroeste, también conocido como “viento de castañas”, que los hacen caer de las altas copas de los árboles.

Es entonces cuando la castaña se convertía el gran botín para los jóvenes de nuestros pueblos. Muchos de nuestros mayores (y no tan mayores) aun guardan recuerdos de su juventud en estos meses otoñales en los que, al amparo del calor del tardíu cántabro, hacían largas caminatas por los castañales para “apañar” castañas, que se recogían del suelo sueltas o envueltas en su “erizo”, también llamado orizu, horcinu o burizu.

Muchas no llegaban a casa, pues era un manjar al que difícilmente se podía uno resistir, por lo que se comía in situ. Las que lograban llegar al hogar se guardaban en el desván, con excepción de que las que aún estaban verdes, que se amontonaban a parte para que madurasen. Por supuesto, ese día de recolección tocaba que cenar castañas, cocinadas por las abuelas en aquellas antiguas cocinas de leña que muchos aun hemos conocido.

Aquí, las castañas se clasificaban en errinas, pequeñas pero muy sabrosas; escalentías y mayucas, las más tempranas y que antes maduran; verdejas, las más tardías; las berruecas, de gran tamaño; y las mendrucas, las más grandes.

Las castañas para la celebración de la Magostan eran recolectadas o compradas a escote por los mozos del pueblo, que, posteriormente, las llevaban a algún “prau”, donde se colocaban, con una incisión de cuchillo para que no saltasen, sobre unos troncos cruzados y una capa de helechos trenzada de forma gruesa. Sobre esta, se iban colocando sucesivamente nuevas capa de rozo con helecho y castañas hasta que estas se agotasen, formando una torre. En algunas zonas de nuestra región, para asar las castañas se usaba un cilindro metálico con agujeros en su base, llamado tamboril.

Tamboril

Mientras los frutos se asaban, los mayores del pueblo aprovechaban a contar cuentos a los más pequeños, se cantaban canciones populares al son del pitu y tambor y los mozos jóvenes solían tiznarse la cara con los restos de los leños quemados y saltar las hogueras, pues se decía que traía buena fortuna.

Una vez listas, se retiraban de la lumbre y se tapaban para hacerlas sudar. Ya enfriadas, se repartían entre los vecinos, siendo los primeros en recibir su ración los miembros de los concejos y seguidos por los mayores del pueblo para continuar el reparto en orden de edad.

Tras el festín de castañas, la Magosta llegaba a su fin con la tradición de “enterrar a la bruja”, en la que la bruja, representada por la castaña más ruin, se enterraba a palos bajo las cenizas de la hoguera aún humeante. Esta tradición, fruto de la superstición popular, se hacía con el fin de prevenir maleficios y otros males durante el año venidero.

El emblemático puesto de castañas asadas de Santander.

Por Adrián Rozas

Director de Vivir en Cantabria Oriental

Diseñador, fotógrafo y periodista.

Apasionado de Cantabria y su belleza.

Patrocinadores

Costa Oriental

Costa Oriental

Asón-Agüera

Asón-Agüera

Trasmiera

trasmiera

Los mejores lugares para pasar miedo este Halloween en Cantabria

Los mejores lugares para pasar miedo este Halloween en Cantabria

octubre 25, 2024

En este mes de Halloween viajamos por varios municipios de Cantabria para descubrir algunos misteriosos y aterradores lugares de nuestra región que, si bien no están “embrujados”, podrían ser (y algunos han sido) el escenario de una película de terror.

Cementerio de Comillas

La primera parada en este viaje sería toda una delicia para autores como Edgar Allan Poe. Se trata del Cementerio de Comillas y sus ruinas góticas.

Historias de terror a parte, el lugar es una auténtica obra de arte digna de visitar, ya que sus imponentes mausoleos, lápidas ornamentadas y esculturas son dignas de un museo. Vigilando desde lo más alto de este cementerio, sobre lo que queda del transepto de la antigua iglesia del siglo XVI, se encuentra la imponente y gigantesca escultura del Ángel Exterminador, obra de Josep Llimona.

Este cementerio se ubica en los terrenos de una antigua Iglesia gótica del S. XVI, la cual fue abandonada tras un incidente durante la misa del domingo varios vecinos y el administrador del duque del Infantado, tras lo cual cayó en desuso. Con el paso del tiempo, la antigua parroquia fue reutilizada como cementerio, ampliándose posteriormente de la mano del arquitecto modernista Lluís Domènech i Montaner, en 1893.

 

Palacio de Sobrellano

Siguiendo con Comillas, la siguiente parada es el palacio de Sobrellano, también conocido como palacio del marqués de Comillas, construido por el arquitecto Joan Martorell en 1888.

Este imponente palacio es conocido por su aparición en múltiples películas de terror y misterio, como La Residencia; Vera, un cuento cruel; Sexykiller; o La Herencia Valdemar.

Como curiosidad cabe decir que fue el primer edificio de España en utilizar la luz eléctrica, ya que el primer marqués de Comillas la mandó instalar con motivo de una de las visitas del entonces rey Alfonso XII.

Museo de la Tortura

De Comillas ponemos rumbo hacia Santillana del Mar, donde encontramos uno de los museos más peculiares y terroríficos que cabe imaginar, el Museo de la Tortura y la Inquisición.

Esta peculiar galería cuenta en exposición con multitud de artilugios utilizados a lo largo de la historia para infligir dolor y tormento. Entre esta pintoresca colección podemos encontrar desde elementos conocidos como la guillotina, el potro o el garrote vil a otros más curiosos como la Doncella de Hierro, sillones de pinchos o utensilios de desollación.  Una macabra pinacoteca del dolor que no dejará indiferente a ningún visitante.

Palacio de los Hornillos

Tras salir de Santillana nos dirigimos a Las Fraguas, en el municipio de Arenas de Iguña, al que quizás sea el lugar más conocido de esta lista: el Palacio de los Hornillos.

Si aun así sigue sin sonarte, te diré que se trata de la escalofriante casa de estilo neogótico donde transcurría la película Los Otros, del director Alejandro Amenábar.

Publicidad

Aunque fuera del cine no da tanto miedo, este edificio sigue siendo una autentica maravilla y una obra del estilo artístico conocido como pintoresquista inglés, el cual se basa en la arquitectura rústica medieval inglesa y que fue construido para el duque de Santo Mauro, Mariano Fernández de Henestrosa, jefe de palacio de Alfonso XIII, rey que usó el palacio como residencia veraniega hasta la construcción del Palacio de la Magdalena, el cual tiene muchas influencias de este.

Túnel de la Engaña

Nuestro siguiente destino se encuentra en los límites de Cantabria y Burgos. Se trata del Túnel de la Engaña, un largo túnel ferroviario de casi 7.000 metros de longitud que nunca llegó a ser utilizado.

Lo macabro de la historia de este túnel reside en su construcción, ya que en ella trabajaron cientos de personas durante dos décadas, muchas de ellas represaliados de la dictadura franquista que se vieron obligados a participar de forma forzosa en su construcción, lo que en décadas posteriores provocase la aparición de relatos y leyendas urbanas sobre fantasmas en su interior.

Tras terminarse las obras sin concluirse, el túnel se transformó en curioso punto turístico más, hasta que en 1999 un gran desprendimiento lo bloqueó. Debido a este y otros derrumbes posteriores, hoy es posible acceder al interior por cualquiera de los extremos, pero no existe forma de entrar por un lado y salir por otro.

Isla de Pedrosa

Ya con últimas luces del sol, acudimos a por el plato fuerte de este recorrido, la Isla de Pedrosa, en plena Bahía de Santander.

Y es que este lugar tiene todos los elementos para ser el escenario de una película de terror, ya que es una pequeña isla a la que solo se puede acceder por un puente, cubierta por un oscuro bosque y en cuyo interior se encuentra un antiguo sanatorio del s.XIX, del cual investigadores paranormales afirman que está habitado por fantasmas.

En este lazareto se mantenían en cuarentena a las tripulaciones de los buques afectadas por enfermedades tropicales, convirtiéndose con el paso de los años en un sanatorio para enfermedades como la tuberculosis.

La isla cuenta con caminos y senderos para poder ser visitada, aunque si eres de los que se asusta fácilmente no te recomiendo hacerlo con poca luz, ya que te sentirás como en el set de rodaje de una película de terror. El teatro en ruinas es mi sitio favorito de la isla y el lugar que más recomiendo visitar, tanto por lo macabro que resulta como por las fabulosas vistas de la Bahía de Santander que podrás contemplar desde el embarcadero.

Aunque no hemos podido encontrar ningún fantasma ni suceso paranormal durante el recorrido, animamos enérgicamente a conocer estos lugares tan espectaculares de nuestra tierra y a regresar a estas páginas el mes que viene para seguir descubriendo Cantabria.

Patrocinadores

Costa Oriental

Costa Oriental

Asón-Agüera

Asón-Agüera

Trasmiera

trasmiera

Samuín. Las raíces cántabras de Halloween

Samuín. Las raíces cántabras de Halloween

octubre 23, 2024

Pocos conocen hoy en día que esta popular fiesta tiene su origen entre los antiguos pueblos celtas que habitaban nuestra región.

Un año más, los pueblos de Cantabria se llenan de calabazas y disfraces terroríficos para celebrar Halloween, mientras que como es habitual, surgen muchas voces protestando por la celebración de esta fiesta importada sobre todo de Estados Unidos y nada tradicional en nuestra tierra. Sin embargo, pocos saben que los orígenes ancestrales de esta festividad son más cántabros que americanos.

 

El origen celta

Y es que Halloween, cuyo nombre es la contracción del inglés “All Hallows’ evening”, es decir, víspera de Todos los Santos, tiene sus orígenes en la cultura celta. Si, esa misma cultura que habitó durante siglos nuestra tierruca y que tanto influenció a los cántabros, de los que los historiadores no logran ponerse de acuerdo a día de hoy si eran celtas o no.

Los celtas eran un pueblo de costumbres y tradiciones, muchas de las cuales eran comunes ya fuesen celtas de la península ibérica o de las islas británicas. Una de estas costumbres era la de celebrar la Fiesta de la Cosecha, en la que daban gracias a sus dioses por los alimentos recibidos ese año. Esta festividad tenía el nombre de Samhain o Samuín.

Publicidad

Este Samuín se celebraba tras la temporada de cosecha, sin tener un día concreto, aunque se sabe que tenía lugar sobre la luna llena más cercana entre el equinoccio de otoño y el solsticio de invierno, es decir, entre el 5 y el 7 de noviembre. Esta semana de celebración concluía con la fiesta de los espíritus, dando paso al año nuevo celta, ya que su calendario lunar se dividía en dos partes, la mitad oscura, que comenzaba en el mes de Samonios (lunación de octubre o noviembre), y la mitad clara, a partir del mes de Giamonios (lunación de abril o mayo).

Esta fiesta de los espíritus era de gran importancia para estos pueblos, ya que venía a significar una breve unión del mundo de los vivos con el de los muertos y en ella los druidas realizaban ritos en los cuales   se comunicaban con sus antepasados. También se creía que, en esa fecha, los espíritus de los ancestros visitaban sus antiguos hogares.

Para ahuyentar a los malos espíritus, los celtas encendían hogueras y decoraban sus aldeas con huesos y calaveras y se cree que se ensuciaban y pintaban ellos mismos para infundir miedo a estos fantasmas, lo que con los siglos dio origen a las habituales decoraciones y disfraces de Halloween.

Durante el Samuín era costumbre vaciar nabos (aunque posteriormente fueron sustituidos por calabazas en las zonas irlandesas) para ponerles dentro velas. Fueron estos irlandeses quienes siglos después exportaron esta tradición a Estados Unidos en los siglos XIX y XX. Cabe destacar que en Cantabria hay testimonios de gente mayor que recuerda como por las fechas de Todos los Santos sus abuelos vaciaban calabazas y las colocaban velas, lo que atestigua que hasta hace bien poco hubo una reminiscencia de esta costumbre céltica.

Aunque fueron los estadounidenses quienes más han popularizado esta fiesta en los últimos tiempos, en España siempre se han conservado tradiciones relacionas a esta festividad celta en aquellas zonas donde este pueblo habitó, como Galicia, Asturias, Cantabria, en los cuales hay muchos municipios que en los últimos años han tratado de conservar y rescatar estas tradiciones ancestrales, siendo una de las más conocidas “a noite meiga” o “noche bruja”, en Ribadavia.

 

La Magosta

Algunos aquí ya estarán torciendo el morro y diciendo – ¡Eso será en Galicia!, Aquí esas tradiciones celtas no llegaron. Nuestras fiestas típicas son otras, etc.-

Si bien es cierto que esa parte esotérica de la fiesta no se mantuvo en Cantabria, sí que se preservó algo de aquellas fiestas del fin de la cosecha, solo que nosotros les dimos otro nombre: la Magosta.

Esta tradición que todos hemos celebrado de niños y en la que recogíamos y asábamos las castañas viene precisamente de esa Fiesta de la Cosecha celta. Durante estas celebraciones era habitual también que los jóvenes de los pueblos fuesen pidiendo castañas por las casas ¿Nos suena de algo esto?

 

Del Samuín a Todos los Santos

Para finalizar, ¿Qué tiene que ver esto con nuestra fiesta de Todos los Santos? Se preguntarán muchos. Pues bien, esta fiesta comenzó a celebrarse a partir del año 609, cuando el famoso Panteón de Roma fue convertido en iglesia por el papa Bonifacio IV, pasándose a llamar Iglesia de Todos los Santos y creándose una festividad en su honor en toda la cristiandad.

Esta festividad no tuvo fecha clara hasta que el papa Gregorio IV la unificase en el primero de noviembre, puesto que al igual que sucedía con los celtas, en estas fechas las cosechas romanas ya se habían recogido. También cabe destacar que el cristianismo, al igual que hacía Roma, trataba de situar sus festividades coincidiendo con otras ya existentes de origen pagano, para que de esta forma la gente lo tuviese más fácil a la hora de cambiar su religión pagana por el cristianismo.

Publicidad

En conclusión, está muy bien que cuidemos nuestras tradiciones y no las dejemos de lado en favor de las que nos llegan desde el otro lado del charco, pero también debemos saber poner en valor nuestra cultura y nuestros orígenes, que como en este caso, nos llevan a darnos cuenta de que somos la cuna de tradiciones ancestrales tan importantes como el Samuín, que hasta los estadounidenses nos las han copiado y han sabido explotarlas mejor que nosotros.

Llegamos tarde para decir que nosotros comenzamos la tradición de Halloween, pero siempre nos quedará el saber que un cántabro disfrazado pidió castañas en este día casi dos milenios antes que lo hiciese un estadounidense.

Patrocinadores

Costa Oriental

Costa Oriental

Asón-Agüera

Asón-Agüera

Trasmiera

trasmiera

Un 12 de octubre imposible sin Santoña

Un 12 de octubre imposible sin Santoña

octubre 12, 2024

La Fiesta Nacional de España le debe parte de sus orígenes al célebre marino santoñés, Juan de la Cosa y la valentía de los curtidos marineros del Cantábrico.

Hoy, 12 de octubre, los españoles celebramos nuestra Fiesta Nacional en conmemoración del Descubrimiento de América en 1492. Aunque fue Cristóbal Colón quien oficialmente realizó esta hazaña, esta empresa se pudo llevar a cabo gracias a los diestros marinos de la época, muchos de ellos, procedentes de lo que hoy es Cantabria.

 Y es que, aunque no se sabe a ciencia cierta, es de suponer que durante el viaje que concluyó con el Descubrimiento, muchos de los marineros, al menos los de la Santa María, serian originarios tanto de Santoña como de las villas cercanas, ya que, en aquella época, los marinos del Cantábrico gozaban de gran fama, pues eran hombres de mar que se habían batido mil veces contra uno de los mares más peligrosos y estaban bien curtidos.

 

Juan de la Cosa, un santoñés universal

 

Unos cuarenta años antes del descubrimiento del nuevo continente, nacía en Santoña Juan de la Cosa, quien durante su juventud ahí residió y formó su familia. Poco se sabe de la vida de este marino en sus primeros años, aunque se conoce que llegó a realizar trabajos para los propios Reyes Católicos y que, durante su estancia en Puerto de Santa María, Cádiz, pudo tener su primer encuentro con los Hermanos Pinzón.

 Entre agosto y septiembre de 1492 el marino santoñés parte con Colón en su travesía en busca de una nueva ruta para llegar a la India, parando primero en Canarias y prosiguiendo su viaje el 6 de septiembre. Tras cinco semanas de viaje, llegan finalmente a Guanahani, una de las islas del archipiélago de las Antillas, dando lugar así al Descubrimiento de América.

 Por su participación en la histórica hazaña y la pérdida de su nao, Juan de la Cosa fue compensado económicamente en mayo de 1493 por los Reyes Católicos, quienes también le concedieron el derecho a transportar «doscientos cahíces de trigo» desde Andalucía hasta Guipúzcoa o Vizcaya eximiéndole de pagar ciertas tasas en los dos años siguientes. En la documentación conservada de este hecho se resalta la gran estima de los monarcas por el marino santoñés, a quien elogian.

 En 1496 la reina Isabel “La Católica”, hospedada en Laredo para ver partir con su hija,  Juana de Castilla, a su matrimonio en Flandes, recibe en audiencia a Juan de la Cosa en la villa.

 Tras el descubrimiento, Juan de la Cosa realizaría varios viajes más al Nuevo Mundo, pero, su gran hito fue, sin duda, la elaboración del primer mapamundi que contiene una representación de América.

  

 

La Santa María y su vínculo con Cantabria oriental

 

De la Cosa contaba con varias embarcaciones, siendo la que más renombre adquiriría la Santa María, una nao construida, según apuntan varios historiadores, en los Astilleros de Falgote, en Colindres.

 Esta embarcación era la mayor de las tres que realizaron el viaje del descubrimiento, siendo el propio Colón su capitán y ejerciendo como maestre su propietario, Juan de la Cosa.

 Aunque el armazón de las embarcaciones se construía en Colindres, las velas, aparejos, anclas, etc. tenían su origen en los municipios vecinos, como Santoña, Guarnizo, Meruelo, etc. ya que la industria naval era de suma importancia en la época.

 Además, se cree que el nombre de esta nao se debe a Santa María del Puerto, una talla de la Virgen de gran veneración en Santoña y la cual fue embarcada por los marinos para que esta les brindase su protección. Esto no es de extrañar, ya que la empresa era peligrosa y los marineros de la época con frecuencia se encomendaban a esta advocación mariana para que les librase de la mala mar y le facilitase el regreso a puerto.

Patrocinadores

Costa Oriental

Costa Oriental

Asón-Agüera

Asón-Agüera

Trasmiera

trasmiera

Cosas que quizás no sabias de… Colindres

Cosas que quizás no sabias de… Colindres

septiembre 14, 2024

Una sección en la que os traeremos datos curiosos de los municipios de Cantabria oriental y que damos comienzo con Colindres.

Una virgen no tan virgen

Todos colindrés conoce la estatua de la Virgen María sosteniendo el cuerpo muerto de su hijo tras la crucifixión, una clásica representación en piedra de la Piedad ¿Verdad?

Pues muchos se llevarán una sorpresa al saber que esa icónica estatua que todos hemos conocido junto a la Iglesia del Carmen ni es la Virgen ni representa un pasaje religioso, al menos no el que creíamos.

En realidad, se trata de Caín matando a Abel y lo que sostiene en las manos en alto es la piedra con la que lo mata. El monumento es un recordatorio de la Guerra Civil española y la lucha entre hermanos.

 

Colindres paraíso fiscal

 Pues sí, en 1399 Colindres recibió del rey Enrique III de Castilla los privilegios del Fuero de Vizcaya, que se traducía en una importante autonomía administrativa, relevantes ventajas fiscales y la exención del servicio militar.

Por supuesto, Santander no vio esto con buenos ojos y durante años trató de devolvernos a nuestro estatus anterior, pero los colindreses, que tontos no eran, litigaron durante décadas para mantener este privilegio. No sería hasta comienzos del siglo XIX que Colindres perdiese este fuero y se integrase finalmente en la Provincia de Santander.

 

El Colindres original

En nuestros días, pensar en Colindres es hacerlos en la zona situada en torno a la carretera general, el puerto, el ayuntamiento, etc. Sin embargo, y como muchos ya sabrán, nuestro municipio surgió en lo que hoy conocemos como Colindres el de Arriba, mientras que la zona baja (hoy la más poblada) era la antigüedad arenales y marisma, teniendo incluso en algunas zonas navegables.

Aunque se desconoce el origen del nombre, algunos sostienen que fue dado por los romanos, quienes lo bautizaron como Collado Lindo. No sería hasta el año 805 que aparezca por primera vez por escrito el nombre de Colindres en un documento altomedieval conservado en el Cartulario de Santa María del Puerto de Santoña.

La villa fue formándose en torno al monasterio de San Jorge y San Juan, que siglos más tarde se convertiría en la actual iglesia. Existía también en las cercanías varios conventos y ermitas, siendo esta la zona neurálgica de la vida en Colindres.

 Publicidad

Lo del reciclaje nos viene de muy atrás

 Colindres es un municipio muy concienciado con el reciclaje, pero esto no es de ahora, si no que hace siglos que nuestros antepasados ya vieron lo útil que era dar una segunda vida a las cosas viejas.

Esto lo vemos en Colindres de Arriba, concretamente en muchas de sus casas. ¿Os habéis fijado en esas piedras antiguas que algunas de ellas tienen en sus bases? ¿No contrastan con el estilo del resto de la vivienda? Esto se debe a que, durante mucho tiempo, en aquella zona hubo muchas torres, pertenecientes a las grandes familias de la época, como los Gil y los Negrete, enemigos acérrimos y que normalmente estaban todo el día a la gresca. Cansados de tanta pelea entre sus nobles, los Reyes Católicos mandaron “desmochar” estas torres, es decir, que se quitasen almenas y otros parapetos defensivos, por lo que poco a poco pasaron a convertirse en simples viviendas.

En el caso de Colindres, muchas quedaron con el tiempo en desuso o fueron derruidas, aprovechando sus futuros vecinos los restos ruinosos para usarlos de base para construir nuevos hogares. Es por ello que hoy en día encontramos muchas casas construidas sobre la base de antiguas torres o que conservan restos de antiguos muros.

 

El “castillo” de Juana “la Loca”

 Siguiendo con Colindres de Arriba, ahora toca aclarar uno de los grandes mitos. El conocido castillo de Juana “la Loca” ni es un castillo ni perteneció nunca a esta reina castellana. ¡Ni siquiera pasó por ahí!

Se trata del palacio del condestable de Castilla o palacio de Alvarado, una edificación que fue destruida durante el ataque de piratas a Colindres en 1639.

¿He leído “ataque de piratas”?

 Pues sí, corsarios franceses para ser exactos, mandados por el propio cardenal Richelieu, el malo de Los 3 Mosqueteros.

Pero ahí no queda la cosa, ya que no se trató de un simple ataque, sino de toda una invasión francesa de 189 navíos y más de 12.000 hombres que tenían como objetivo llegar a los astilleros de Falgote, situados en la ría entre Colindres y Limpias. Toda una batalla por mar y por tierra de película, que arrasó Laredo, Colindres y Santoña y de la que hablaremos en profundidad el próximo mes, aprovechando su aniversario.

 

La sede de la potencia naval española

 Como dije, uno de los objetivos de este ataque era remontar la ría hasta los Reales Astilleros de Falgote, y es que, en el siglo XVII, aquí se construían los famosos galeones españoles.

Para que nos hagamos una idea de la importancia de estos astilleros, en nuestros días, la fuerza militar de un país se mide por su arsenal nuclear, pero, para aquellos tiempos, los galeones eran los reyes del mar, un arma muy poderosa que suponía una gran ventaja. Sería el equivalente a tener la fábrica de armas nucleares de aquellos tiempos.

De aquí salieron, entre muchas otras naves, varios de los barcos de la Armada Invencible y, muy probablemente, también La Pinta y la Santa María, con las que Colón (acompañado posiblemente por algún que otro marino colindrés) descubrieron América.

Algo queda de aquellos tiempos

 Contar con estos astilleros fue de gran importancia para Colindres. Sin embargo, también tuvieron una contraparte negativa para su entorno y es que, con tanta necesidad de madera, los montes de la zona fueron arrasados constantemente para obtener material de construcción.

Sin embargo, de aquel desaparecido bosque, aun conservamos un último superviviente, una encima de más de 400 años situada en el monte junto a la ermita de San Roque y que, el año pasado, fue galardonada como Árbol del Año 2023 y representó a España en el certamen que buscaba el mejor Árbol Europeo del Año.

 

¿El puente de Eiffel?

 Muchos hemos escuchado desde pequeños la historia de que el puente que nos une con Treto fue diseñado por Gustave Eiffel, autor de la célebre torre parisina que lleva su apellido.

A quienes llevan toda la vida con esta creencia, siendo decirles que realmente solo fue una inspiración. Nuestro querido puente sobre el Asón fue obra de un cántabro, Eduardo Miera.

Pese a no tener nada que ver con el notable francés, este puente fue una de las obras más innovadoras de ingeniería civil en su época y, para quien no lo sepa, ¡Este puente es giratorio!

 

Colindres tiene un rascacielos

 Vale, puede que ahora mismo estemos acostumbrados a otro concepto de rascacielos, pero, para los colindreses de principios del siglo XX, habituados a las típicas casas montañesas y marineras, este edificio les debió parecer gigantesco, ya que fue bautizado popularmente como “el rascacielos” debido a lo grande que era.

El edificio del que hablamos no es otro que el del hospedaje-asador El Puerto, el cual fue construido en 1928 pensado ya para el aumento de la población que se avecinaba en la villa y en el que llegaron a vivir simultáneamente más de 100 personas.

Publicidad

Patrocinadores

Costa Oriental

Costa Oriental

Asón-Agüera

Asón-Agüera

Trasmiera

trasmiera

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.plugin cookies

ACEPTAR
Aviso de cookies