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El árbol de Navidad, tal y como lo conocemos hoy en día, con sus luces brillantes y adornos festivos, lleva siglos siendo una tradición para las culturas europeas.

A muchos les costará creer que esta costumbre tiene incluso más recorrido histórico que el propio Cristianismo.

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diciembre 16, 2024

Su historia se remonta a siglos atrás, y su evolución ha estado marcada por una fascinante combinación de influencias culturales, religiosas y sociales. A medida que exploramos la historia del árbol de Navidad, descubrimos un viaje que abarca diferentes civilizaciones y períodos de la historia, desde sus modestos comienzos hasta convertirse en un elemento central de las celebraciones navideñas en todo el mundo.

 

Orígenes Paganos: La Celebración del Solsticio de Invierno

 Los primeros indicios de la tradición del árbol de Navidad se remontan a las antiguas civilizaciones que celebraban el solsticio de invierno. En culturas como la romana, celta o la egipcia, se utilizaban ramas verdes y plantas perennes para simbolizar la renovación de la vida en medio del crudo invierno. Estos elementos se ubicaban por estas fechas en puertas, ventanas y en el exterior de las viviendas para dar la bienvenida al renacimiento del sol y la promesa de que, algún día, volvería la primavera y con ella el resurgir de la vida.

 Durante la Edad Media, el árbol de Navidad comenzó a incorporarse en las festividades cristianas. En ciertas regiones de Europa, especialmente en lo que hoy es Alemania, se creía que los pinos y abetos, siempre verdes, simbolizaban de alguna forma la vida eterna gracias a su carácter perenne. Si bien es cierto que no se vestía de adornos un árbol entero, como se suele hacer ahora, sí se usaban trozos de corteza de abeto y ramas en las viviendas, adornándolas antes con manzanas e higos.  

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La carrera por los derechos de autor entre Martín Lutero y el Papa León X

 En el siglo XVI, el líder de la Reforma Protestante, Martín Lutero, jugó sin quererlo un papel crucial en la evolución de la tradición del árbol de Navidad. Esto es debido a que quiso interiorizar la tradición celta dentro de su recién estrenada Iglesia Protestante. Lejos de ser visto como una mala idea, en el Vaticano de Roma lo consideraron un acierto y quisieron que la tradición callera hacia su lado de la Iglesia. Comenzó entonces una carrera en la que cada año, por la celebración de la Navidad, cristianos de ambos lados del cisma religioso se afanaban por ser ellos los que colocaran ese año el árbol más grande. También se pretendía que así lo recogieran los medios de comunicación de por aquel entonces. Papa y Lutero compitieron por hacerse el copyright de esa tradición tan asentada entre las clases populares, aunque en aquella contienda, parecía no contar tanto la cantidad de árboles sino el tamaño.

 ¡Quiero un árbol como el de la reina Carlota!

 Católica o protestante, no fue hasta el año de 1800 cuando la tradición de poner un árbol por pueblo o por ciudad se trasladó a cada hogar. En dicho año, la reina Carlota de Inglaterra, esposa del rey Jorge III, colocó el primer árbol de Navidad “made in England” en el Queen´s Lodge, muy cerca del Castillo de Windsor. La Reina se hizo retratar para un periódico posando con toda su familia junto a su árbol, iluminado con velas y adornado con grandes lazos. Se podría decir que ese fue el árbol que convirtió la tradición en una moda entre las familias nobles ingleses que no tardaron mucho en trasladar al resto de la sociedad anglosajona. Todos querían tener un árbol tan bonito como el de la reina y no era un antojo muy difícil de conseguir. Familias pudientes y aquellas no tan pudientes pero que se afanaban en ocultarlo, podían adornar una parte de su casa con un joven abeto decorado con lazos, manzanas o bolas que se asemejaran a frutas.   

 

El Árbol de Navidad como Símbolo Universal

 Como vemos, la historia del árbol de Navidad es un fascinante viaje a través del tiempo y las culturas en las fiestas del solsticio de invierno. Desde sus modestos orígenes en el exterior de viviendas celtas y romanas, hasta convertirse en un símbolo central de las festividades cristianas y secularizadas en todo el mundo, el árbol de Navidad ha demostrado ser una tradición resiliente y adaptable. Muy aceptada durante siglos entre familias ricas y pobres de diferentes culturas. Su capacidad para evolucionar y adaptarse a los cambios culturales y sociales lo ha convertido en un símbolo universal de celebración y esperanza durante la temporada navideña.

 A medida que miro hacia el futuro, pienso que el árbol de Navidad seguirá siendo un recordatorio tangible de la conexión entre pasado, tradición, familia, comunidad y el espíritu navideño. ¡Que viva el árbol de Navidad!

 

Por Diego de Vallejo

Divulgador medioambiental, youtuber y creador de Poty Ambienturas.

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