Llega noviembre y con él las últimas luces de la tarde cada vez se despiden más temprano, los días se acortan y el pardo tiñe los árboles, que van sembrando las aceras con un manto de hojas ahora mortecinas.
Con la fría brisa del véspero, llega a Cantabria un aroma familiar que se entremezcla con el del leño ardiente. Las castañas comienzan a ser asadas y los cántabros se preparan para celebrar una de sus tradiciones más ancestrales: la Magosta.
La Magoste tiene sus orígenes en los antiguos pueblos celtas, careciendo una fecha exacta, pues suele celebrarse en los últimos días de octubre y se extiende hasta noviembre, estando estrechamente vinculada con la recolección de la cosecha de castañas.
Su nombre viene del magosto (Magnus Ustus, gran fuego), la hoguera que tradicionalmente se preparaba en los pueblos para asar este fruto y en torno a la cual se reunían los vecinos para compartirlas, maridadas con algún vino nuevo, sidra u orujo recién destilados después de las vendimias.
En sus arcaicos orígenes, estas celebraciones estaban estrechamente relacionadas con los cultos a los difuntos, primero Samuín y luego Todos los Santos, pudiendo ser esta la antecesora de la actual costumbre anglosajona de los dulces en Halloween. De hecho, es común en algunas zonas que las castañas que se comían iban ligadas a las almas que se quería rescatar del purgatorio, mientras que, según otras costumbres, al finalizar la Magosta, las castañas restantes se tiraban al suelo como alimento para los difuntos.
Y es que desde el paleolítico los seres humanos se alimentaron de castañas y bellotas, siendo ya en época celta y romana uno de los alimentos que constituían la base de la alimentación de las poblaciones, como fruto fresco, seco o molido para hacer harina. Desde finales del siglo XVIII, la proliferación del maíz y la patata llegada de América hicieron que las castañas perdieran su protagonismo en la alimentación rural de Cantabria.
El castaño era un árbol muy común en nuestra región, siendo una buena fuente de ingresos para los habitantes de las zonas rurales, que vendían tanto sus frutos como su madera, muy apreciada por ebanistas y carpinteros. Dentro del catálogo de los árboles singulares de Cantabria destacan varios castaños, algunos de ellos milenarios, como La Narezona de Ojedo, o centenarios, como El Bisonte de Pesaguero. En nuestras comarcas orientales también encontramos algunos ejemplares de gran renombre, como el Castañón de los Venero, en Castillo, y el Rioz, en Sobremazas, Medio Cudeyo.
En estos meses otoñales de octubre y noviembre, los frutos de los grandes castaños de Cantabria son recolectados por los templados y húmedos vientos del ábrego, viento del suroeste, también conocido como “viento de castañas”, que los hacen caer de las altas copas de los árboles.
Es entonces cuando la castaña se convertía el gran botín para los jóvenes de nuestros pueblos. Muchos de nuestros mayores (y no tan mayores) aun guardan recuerdos de su juventud en estos meses otoñales en los que, al amparo del calor del tardíu cántabro, hacían largas caminatas por los castañales para “apañar” castañas, que se recogían del suelo sueltas o envueltas en su “erizo”, también llamado orizu, horcinu o burizu.
Muchas no llegaban a casa, pues era un manjar al que difícilmente se podía uno resistir, por lo que se comía in situ. Las que lograban llegar al hogar se guardaban en el desván, con excepción de que las que aún estaban verdes, que se amontonaban a parte para que madurasen. Por supuesto, ese día de recolección tocaba que cenar castañas, cocinadas por las abuelas en aquellas antiguas cocinas de leña que muchos aun hemos conocido.
Aquí, las castañas se clasificaban en errinas, pequeñas pero muy sabrosas; escalentías y mayucas, las más tempranas y que antes maduran; verdejas, las más tardías; las berruecas, de gran tamaño; y las mendrucas, las más grandes.
Las castañas para la celebración de la Magostan eran recolectadas o compradas a escote por los mozos del pueblo, que, posteriormente, las llevaban a algún “prau”, donde se colocaban, con una incisión de cuchillo para que no saltasen, sobre unos troncos cruzados y una capa de helechos trenzada de forma gruesa. Sobre esta, se iban colocando sucesivamente nuevas capa de rozo con helecho y castañas hasta que estas se agotasen, formando una torre. En algunas zonas de nuestra región, para asar las castañas se usaba un cilindro metálico con agujeros en su base, llamado tamboril.
Tamboril
Mientras los frutos se asaban, los mayores del pueblo aprovechaban a contar cuentos a los más pequeños, se cantaban canciones populares al son del pitu y tambor y los mozos jóvenes solían tiznarse la cara con los restos de los leños quemados y saltar las hogueras, pues se decía que traía buena fortuna.
Una vez listas, se retiraban de la lumbre y se tapaban para hacerlas sudar. Ya enfriadas, se repartían entre los vecinos, siendo los primeros en recibir su ración los miembros de los concejos y seguidos por los mayores del pueblo para continuar el reparto en orden de edad.
Tras el festín de castañas, la Magosta llegaba a su fin con la tradición de “enterrar a la bruja”, en la que la bruja, representada por la castaña más ruin, se enterraba a palos bajo las cenizas de la hoguera aún humeante. Esta tradición, fruto de la superstición popular, se hacía con el fin de prevenir maleficios y otros males durante el año venidero.
El emblemático puesto de castañas asadas de Santander.
Por Adrián Rozas
Director de Vivir en Cantabria Oriental
Diseñador, fotógrafo y periodista.
Apasionado de Cantabria y su belleza.
Educación y la Real Federación Cántabra de Fútbol impulsarán una liga escolar no competitiva entre colegios de educación infantil
El consejero y el presidente de la federación presentan el proyecto ‘Chupetines’ para acercar a los menores de cinco y seis años a los valores deportivos y la cultura no competitiva
leer másComienzan las obras de construcción de las viviendas de sustitución de la urbanización Las Llamas II de Argoños para compensar a los afectados por los derribos
El consejero de Fomento reitera el compromiso del Gobierno de Cantabria de dar solución esta legislatura a un problema que afecta a más de 500 familias
leer másEl Gobierno de Cantabria se suma a la conmemoración del 42 aniversario del Estatuto de Autonomía
Encabezado por la presidenta regional, María José Sáenz de Buruaga, el Ejecutivo ha refrendado la importancia de la norma institucional básica como expresión jurídica de la identidad y personalidad histórica de la Comunidad Autónoma
leer másEl Gobierno recurre la resolución del Ministerio que limita a 5 años las concesiones en terrenos de dominio público marítimo-terrestre en aplicación de la nueva normativa de la Ley de Costas
Con la formalización de este requerimiento previo a la vía contencioso-administrativo, el Ejecutivo de Buruaga cumple su compromiso con los afectados por este cambio en la regulación
leer másEl Gobierno autoriza el gasto plurianual de más de 25 millones de euros para las obras de la unidad de protonterapia de Valdecilla
El Ejecutivo da luz verde a la celebración del contrato para el aparcamiento disuasorio en altura en el Ferial de Torrelavega, por más de 6 millones de euros
leer másEl Gobierno de Cantabria ve en las elecciones europeas una oportunidad para defender los intereses de España, dar respuesta a la amnistía y reforzar la fe europeísta
febrero 1, 2024La consejera de Presidencia interviene en el pleno del Comité de las Regiones en el debate sobre estos comicios, en el que pide a las instituciones europeas una acción "rápida y contundente" Foto: Gobierno de CantabriaEl Gobierno de Cantabria ha...
leer másCosta Oriental
Asón-Agüera
Trasmiera