En Cantabria podemos presumir de contar con tradiciones ancestrales y muy arraigadas en nuestra cultura, pero hay una cuyos orígenes se pierden en el tiempo para convertirla en una de las festividades más antiguas de Europa, la Vijanera de Silió, declarada como Fiesta de Interés Turístico Nacional y como Bien de Interés Cultural Etnográfico Inmaterial.
Todos las fotos para elaborar este reportaje han sido tomadas de www.vijanera.com
La Vijanera de Silió es una de las tradiciones más antiguas no sólo de Cantabria, si no de Europa, siendo una mascarada en la que participan alrededor de 75 personajes diferentes, los cuales son encarnados por más de 160 vecinos. En esta fiesta se representa el deseo de desterrar el año pasado y preparar el camino al entrante para que comience con ilusión y buenos augurios, para lo cual, la comitiva disfrazada tiene como objetivo expulsar a los malos espíritus hasta los límites del pueblo.
La fiesta se celebra el primer domingo del año, salvo que este coincida con el Año Nuevo. Este año, tendrá lugar el domingo 5 de enero.
La fiesta dará comienzo bien temprano, con los más jóvenes, quienes inician el rito en torno a las 6 de la mañana, aun con la oscuridad, comenzando a tocar sus campanos mientras recorren el pueblo despertando a los vecinos y anunciado el comienzo de la fiesta.
Una vez amanece, se establece el centro neurálgico de la fiesta en las escuelas, donde comienzan a llegar los vecinos para organizarse mientras los cohetes terminan de despertar a aquellos que aún no lo habían hecho y la comitiva comienza su marcha desde este y otros lugares del pueblo, conduciendo al público hasta el parque de la colina, donde aparecen el resto de personajes.
A partir de ese momento, los vecinos comienzan a recorrer distintos puntos de la localidad hasta reunirse toda la comitiva para realizar “la captura del Oso” y marchar hacia el otro extremo del pueblo, donde se escenifica “la defensa de la raya” en el límite con el barrio de Santián, perteneciente a la junta de San Martín de Quevedo. En la raya se hacen alardes de fuerza y vistosidad y el personaje Danzarín Negro hace sonar su cuerno, pidiendo a los vijaneros que decidan si habrá guerra o paz. Esto es un recuerdo a los tiempos en que ambos pueblos celebraban su Vijanera y, al juntarse en el los límites municipales, muchas veces derivaba en un conflicto.
A continuación, se regresa a la campa junto a las escuelas, donde se leen las coplas que cuentan, de forma satírica, los diferentes sucesos del año y se pide “la voluntad” a los asistentes.
Una vez finalizada de lectura de estas coplas, se lleva a cabo “el parto de la preñá”, que representa el nacimiento del nuevo año, el cambio de ciclo y una especia de augurio en función de lo complicado que sea dicho alumbramiento, que concluirá con el nacimiento de un animal que varía cada año.
Finalmente, en la plaza de la iglesia, se dará muerte al Oso, tras ser fustigado mientras los asistentes danzan a su alrededor. Una vez muerta, la fiera cae al suelo y los zarramacos ponen sus porras sobre ella, simbolizando así la victoria sobre el mal. Según la tradición, mediante este rito no solo se protegía a los ganados, sino que también se aseguraba la supervivencia del grupo, alejándose los malos espíritus y liberando las almas de los muertos.
Tras esto, los vijaneros se dirigen a los bares para reponer fuerzas y continuar la fiesta lo que resta de jornada, con diferentes actuaciones, coplas y canciones.
Debido a su popularidad y tradición, la Vijanera está declarada como Fiesta de Interés Turístico Nacional y como Bien de Interés Cultural Etnográfico Inmaterial. La fiesta cuenta con otros honores, como la exposición de un traje de zarramaco en el Museo del Carnaval, en Holanda, y el apoyo de la Fundación Oso Pardo, al ser el único carnaval de invierno que aún mantiene a este animal tan importante en nuestra cultura. La Vijanera de Silió también ha desfilado por las calles de Lisboa con motivo de la IV edición del Desfile de Máscara Ibérica, celebrado en la ciudad portuguesa en 2009.
Historia
Originalmente, La Vijanera se festejaba en los valles de Iguña, Anievas, Toranzo, Cieza, Luena y Cinco Villas, pero, en la actualidad, la única localidad de Cantabria donde se sigue llevando a cabo esta tradición como tal es Silió, en Molledo, la cual se celebra el primer domingo del año, salvo que coincida con Año Nuevo. En otras zonas como Campoo, Liébana, Soba y Polaciones también existieron mascaradas similares.
Los orígenes de esta fiesta son inciertos debido a su gran antigüedad, compartiendo similitudes con otras mascaradas del resto de Europa, especialmente en las zonas de poca romanización.
En la península, estas tradiciones se encuentran generalmente en zonas de montaña, donde los antiguos cultos paganos relacionados con la naturaleza pudieron sobrevivir más tiempo. Sabemos también que, en las regiones de origen o influencia celta, como es el caso de Cantabria, eran frecuentes las mascaradas, en las que los participantes se disfrazaban de animales como ciervos, cabras o bueyes.
Algunos rasgos de este rito del solsticio de invierno, que originalmente se celebraba el 31 de diciembre, aparecen en las calendas de enero romanas, que coincidían desde el 153 a. C. con el inicio del año. A esta se la llamaba ianuaria o Kalendae Ianuariae y estaban dedicadas al dios Jano, pudiendo ser este el origen de la palabra Vijanera. Esta celebración primitiva tenía probablemente un origen pastoril, pues Jano era el dios protector de los rebaños.
La Vijanera comparte, además, muchas similitudes tanto en el desarrollo de la fiesta como en sus personajes con otras festividades de varias partes de Europa y, por supuesto, de España, donde existen otras mascaradas muy parecidas, especialmente en Navarra y Euskadi, siendo sus personajes llamados Zanpantzar prácticamente iguales a los zarramacos cántabros.
Hoy en día conocemos la importancia que tuvo la Vijanera y estas otras mascaradas similares sobre todo gracias a los escritos medievales de varios religiosos, como San Paciano, obispo de Barcelona (s.IV) o San Isidoro de Sevilla (s.VII), quienes denunciaron y trataron de acabar con estas prácticas paganas en la península.
Estas fiestas fueron muy populares hasta comienzos del s. XX, celebrándose en los valles de Iguña, Anievas, Cieza, Cinco Villas, Luena y Toranzo, siendo el documento más antiguo que constata la celebración de Vijaneras el correspondiente a la Vijanera de Silió, fechado en 1849.
En 1937, esta fiesta popular fue prohibida por el Franquismo, no volviendo a ser retomada hasta finales de los 70 con el regreso de la democracia y ya únicamente en la localidad de Silió, gracias a un grupo de jóvenes del valle, que decidieron recuperar aquella tradición que ya solo conocían a través de los relatos de sus mayores.
En el verano de 1981 se llevó a cabo la primera Vijanera moderna, aún sin muchos de los rasgos característicos que hoy conocemos, pero 5 meses después, ya en 1982, llegó a Silió para quedarse hasta nuestros días.
Personajes
La fiesta cuenta con la participación de cerca de 75 personajes encarnados por más de 160 vecinos, conviviendo los trajes más arcaicos con otros de profesiones de comienzos del siglo XX. Los principales personajes son:
- Los Danzarines Blancos, que visten de blanco con faja roja y cascabeles a la cintura que mueven al realizar sus saltos y piruetas. Son los encargados de abrir la comitiva.
- Los Danzarines Negro o Zorromocos, que visten un traje de saco cubierto de «garabojos» (mazorcas de maíz desgranadas) y que se encargan de hacer sonar el cuerno para pedir “guerra o paz” y dirigir el acto de la raya.
- El Saquero, quien se encarga de llevar lo obtenido de las limosnas que dan los vecinos. Viste ropas viejas remendadas y un saco al hombro, dirigiendo la parte delantera de la comitiva.
- La Madama, el Mancebo y el Marquesito. La primera, también conocida como la novia, viste traje blanco adornado con flores y lazos, mientras que el segundo, el novio, lleva traje negro con chistera. Por su parte, el Marquesito es un niño vestido de general con sombrero napoleónico.
- Los Zarramacos, encargados de ahuyentar los malos espíritus con el estruendo de sus campanos. Llevan los rostros pintados de negro y van ataviados con pieles de oveja a los que atan sus campanos, 4 delante y 4 detrás, y, en la cabeza, un cucurucho negro lleno de cascabeles y rosetones coronado con crin de caballo.
- El Viejo y la Vieja, que representan el paso del tiempo, llevando en algunas vijaneras un niño recién nacido a cuestas. En contraposición a la Madama y el Mancebo, sus estatus son bajo y su estancia en esta vida corta. Simbolizan el año anterior y como el paso del tiempo lleva a una muerte necesaria, tanto en la naturaleza como para las personas.
- La Zorra, personaje que representa el mal y viste una careta que imita un hocico de zorro, abrigo y un sombrero de copa parcheados con remiendos coloridos.
- El Zorrocloco, que lleva el sombrero y el pecho cubierto con pieles, ligeramente tapado con una chaqueta vieja, vistiendo también medias y, en ocasiones, un cesto con huevos de gallina.
- El Oso, símbolo del mal que se zarandea cubierto con pieles de oveja, mientras el Amo intenta controlarlo. El Oso guardaba el alma de los difuntos y, si al asomarse en su cueva veía todo oscuro, salía y las soltaba, de lo contrario, invernaba 40 días más, por lo que se prolongaba el invierno. Por esa razón, los encargados de sacar al oso de su guarida llevan su rostro ennegrecido para que el animal perciba el exterior lo más oscuro posible y salga.
- Las Gorilonas, hechas con piel de caballo que son conducidas por el Húngaro, el cual las somete y las hace bailar para regocijo del público.
- La Bruja y la Zíngara, que llevan caretas amenazadoras. La primera representa el mal, mientras que la segunda posee capacidades adivinatorias.
- La Preñá, el Marido y el Médico, encargados de escenificar el parto para que la Preñá de a luz cada año un animal, simbolizando el nuevo año.
- Trapajeros, ataviados con tiras de trapos, máscara y un palo cubierto de las mismas telas, que embadurnan en los charcos para salpicar a los vecinos y visitantes.
- Trapajones, vestidos con trajes confeccionados con elementos naturales como musgo, hiedra, paja o maíz y cortezas de distintos árboles.
- Gilonas, vestidos con ropas viejas y caretas amenazadoras.
- La Giralda, un gigante de cuatro metros con rostro amenazador.
- El Ojáncanu, un personaje de la mitología cántabra cuya representación intenta atemorizar al pueblo y cuya presencia se encuentra también documentada en las Vijaneras antiguas.
- La Pepa, mozo enmascarado que simula cabalgar sobre una mujer vieja, portando un palo del que cuelga una vejiga. Representan el paso del tiempo, así como el año viejo que muere. Existe otro personaje similar, el Caballero, muy parecido pero que simula cabalgar a lomos de un caballo.
Además de estos tradicionales personajes, existen otros muchos, que representan diferentes figuras sociales, como el Indiano, los Gitanos, los Pasiegos, así como profesiones y oficios, como el Médico y enfermeros, Sacamuelas, Fotógrafo, Afilador, Basar, Guardias Civiles, todos ellos realizando distintas funciones durante esta jornada festiva.
Por Adrián Rozas
Director de Vivir en Cantabria Oriental
Diseñador, fotógrafo y periodista.
Apasionado de Cantabria y su belleza.
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